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Fotógrafos de guerra (via Siéntate y observa…)

Fotógrafos de guerra Fótografos en combate Se juegan el pellejo en cada disparo. Nos enseñan lo que no queremos ver. Tim Hetherington y Chris Hondros, dos grandes del oficio, han muerto recientemente en Libia. Destacados fotoperiodistas han seleccionado para ‘El País Semanal’ una de sus imágenes más icónicas. A partir de ellas reflexionan sobre lo … Read More

via Siéntate y observa…

Emilio Morenatti: Soy super malo haciendo retratos.

Una entrevista de Nuria Gras, en http://www.quesabesde.com/noticias..

© Núria Gras

Morenatti (1969) se ha convertido en uno de los fotoperiodistas españoles con mayor proyección internacional.

Dicen de ti que eres un fotógrafo comprometido. ¿Cómo te definirías a ti mismo?

No sabría cómo definirme, pero creo que quizás ese compromiso al que te refieres podría estar basado en la responsabilidad que siento cada día al salir con mis cámaras a realizar mi trabajo como fotoperiodista. Me siento francamente un ser privilegiado haciendo lo que hago

Pienso que es vital no alterar las realidades que nos toca fotografiar. El fotógrafo tiene que estar ahí, pero nadie debería percibirlo. «Alcanzar la invisibilidad» es un ejercicio que me impongo diariamente, y para eso creo que hacen falta altas dosis de perseverancia.¿Cuáles son los valores personales que rigen tu forma de trabajar?

¿Cómo has conseguido entroncar tu forma de abordar el fotoperiodismo con las pautas de una agencia de la envergadura de Associated Press (AP)?

Con un poco de suerte, creo. Al principio, pasar de EFE a AP fue como un gran mundo. Cambiar el español por el inglés fue una pesadilla, y la disciplina de las normas de AP resultó todo un ejercicio, pero una vez normalizadas estas dinámicas, todo ha sido fácil.

Cuando estás haciendo tu trabajo en un escenario violento donde corres peligro, ¿qué pensamientos acuden a tu mente?

En AP nos actualizan con cursos de supervivencia y de cómo actuar en situaciones de alto riesgo. Esto me ayudó mucho al principio. En estos cursos te enseñan cómo actuar en medio de situaciones violentas. Luego, con el tiempo y la experiencia, aprendes a analizar rápidamente y de forma instintiva el riesgo, y a valorar la propia seguridad.

Cuando empieza el follón procuro elegir un lugar seguro desde donde poder observar y hacer mi trabajo. Intento concentrarme en el trabajo y que ningún pensamiento me distraiga.

Desde la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) se ha afirmado que los corresponsales en zonas de conflicto sois «carne de cañón». ¿Con qué apoyos cuentan los fotógrafos que desarrollan su trabajo en zonas en conflicto?

Yo tengo la suerte de trabajar para una gran empresa que nos provee con las mejores medidas de seguridad. Coches blindados, chalecos antibalas y casco, cursos de formación para reaccionar en las peores situaciones y personal local en quien poder confiar para hacer nuestro trabajo. Hay veces que nada de esto es suficiente. Por eso siguen y seguirán cayendo periodistas en las zonas de conflicto. Así ha ocurrido durante toda la historia del periodismo.

¿Cómo te ves a ti mismo tras el atentado del que fuiste víctima? ¿Realmente eras consciente del peligro al que te exponías al hacer tu trabajo?

Sí, siempre tuve presente que podría ocurrir un accidente durante mi trabajo, llámese un accidente de tráfico o doméstico o profesional. Conducir un coche es también muy peligroso y todos sabemos las cifras de muertos al volante, pero no por eso la gente deja de conducir. Después del atentado, me siento en un proceso de cambio, y aunque aún no sé hacia dónde se orientará, imagino que recuperaré la actividad que tenía antes del accidente.

Dada tu experiencia como fotoperiodista en la Franja de Gaza y Jerusalén, resulta casi inevitable preguntarte por el lamentable incidente que protagonizó el ejército israelí contra la flota humanitaria Navis Marmara hace algunas semanas. El pueblo judío lleva el estigma del desarraigo y el exterminio gravado a fuego. ¿Qué ha tenido que pasar para que la víctima se haya convertido en verdugo?

Desde mi punto de vista, el ejercito israelí, al igual que gran parte de la población israelí, se encuentran, producto de su propia paranoia, totalmente aterrorizados, y dejaron hace tiempo de confiar en su propia eficacia. Dicen que no hay peor mezcla que el miedo y las armas.

Crees que la crudeza con la que a veces se tratan los temas de actualidad en zonas en conflicto nos anestesia, o por el contrario nos confronta con una crueldad que a veces preferimos ignorar?

Si contando lo que sucede en el mundo, ya sea desde el frente o a mil kilómetros de distancia, estamos aburriendo o anestesiando a nuestros lectores, entonces es que hay algo que los periodistas estamos haciendo mal. Creo que hay muchas maneras de contar el conflicto, lo importante es saber cómo llegar y cómo contar aquello que estamos viendo. Éste es reto: contar historias sin caer en la crueldad innecesaria, en los tópicos o en el tedio absoluto.

¿Cómo has conseguido compaginar tu vida de pareja con tu profesión?

Teniendo la suerte de haberme casado con una mujer que también es fotoperiodista y que ama la profesión.

Recuerdo que cuando visité tu exposición «Violencia de género en Afganistán», en el CAF de Almería, antes de entrar me advirtieron amablemente de la crudeza de las fotos que se mostraban. Es un trabajo muy distinto al resto de tus fotografías; son imágenes pactadas previamente, retratos de una gran crudeza, ciertamente, pero de los que emana una fuerza de convicción y una dignidad inmensas. ¿Cómo lo sacaste adelante?

Soy súper malo haciendo retratos. No sé usar iluminación artificial ni trabajar en un estudio. Jamás llevo el flash en la bolsa y nunca en mi vida usé un trípode. Lo último que imaginé es que un día alguien premiaría un retrato hecho por mí. El mérito de un retrato es de la persona que posa. El mérito del fotógrafo es acceder a esa persona y hacer que ésta pose.

Las mujeres que habían sufrido estas agresiones tan brutales eran prácticamente inaccesibles y fue un gran reto llegar a ellas y poder contar sus historias. La mayoría de los retratos fueron improvisados, esperando el momento justo para levantar la cámara y realizar un par de secuencias, retratos horizontales para un rápido y fácil encuadre centrado, buscando ese momento paradójicamente inexpresivo.

Hablando precisamente de este trabajo, ¿qué relevancia crees que pueden tener los formatos expositivos como plataforma para la difusión de reportajes fotoperiodísticos de denuncia?

Mi objetivo es ver la foto en los periódicos, pero reconozco que la difusión de «Violencia de género en Pakistán» ha sido extraordinaria. Creo que jamás se me pasó por la cabeza que una de mis historias conseguiría un efecto mediático tan relevante.

A pesar de ser un fotógrafo muy respetado y querido, parece que no te preocupas demasiado por tu imagen pública. En tu página web, sin ir más lejos, cuelga un perenne «Página temporalmente fuera de servicio».

Me conformo con «sites» como Yahoo!, que muestran cada día las fotos que envío al cable [la galería de fotos que la agencia ofrece a sus clientes]. ¿Qué mejor web que aquélla donde se puedan ver las últimas fotos que uno hace? Se dice que a un fotógrafo se le valora por lo último que ha hecho.

Fuiste víctima de un atentado el pasado mes de agosto en Afganistán. ¿Ha cambiado esto tu forma de entender el trabajo y el papel que ejercéis los fotoperiodistas en zonas en conflicto?

No, para nada. Sigo con las miras puestas en hacer lo que hacía antes del accidente.

¿Cuál es tu objetivo más inmediato?

Sentirme físicamente a tono para poder responder en cualquier situación que requiera mi trabajo.

Entrevista completa

El suyo ha sido un camino de fe y perseverancia en su trabajo. Un camino lleno de dificultades, pero también de reconocimientos y muestras de cariño por parte de sus compañeros de profesión y del público en general. Emilio Morenatti destila humildad y talento en la corta conversación que mantenemos con él. Dos cualidades que son sólo la punta del iceberg de la calidad personal y profesional de este fotoperiodista jerezano -aunque nacido en Zaragoza-, totalmente entregado a su trabajo y a la defensa de unos valores éticos en el ejercicio del periodismo. Por Núria Gras.

“Cuando llegaron los talibanes quemaron nuestro estudio de fotografía, pero no nuestros sueños”

En el Día Mundial de la Libertad de Prensa os recomiendo este articulo de Ariadna Alvarado, publicado en Periodismo humano  articulo

«Este año, el mensaje dado por el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon recordó que “la libertad de expresión es la garantía fundamental que más se transgrede en diversas partes del mundo.”

En una ceremonia con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, el Secretario General destacó que “el acceso a la información es un derecho de todos los individuos que debe ser respetado por los gobiernos y los grupos de poder”.

Ban señaló que “en 2009 fueron asesinados 77 periodistas, la mayoría de los cuales trabajaba en medios de comunicación locales en entornos de paz. No eran corresponsales de guerra y perdieron la vida por tratar de exponer comportamientos indebidos o corrupción.”

El Secretario General pidió justicia y respeto para estos periodistas, al igual que para los que son intimidados.

“La impunidad da rienda suelta a los criminales y los asesinos, y da poder a los que tienen algo que ocultar. A largo plazo, tiene un efecto corrosivo y corruptor en la sociedad entera”.
En este sentido, Ban destacó el derecho de los ciudadanos a la información que afecta su vida y subrayó que los Estados tienen el deber de proporcionarla. “Esa transparencia es indispensable para el buen gobierno”.

Afganistán

Afganistán no es la excepción. 

Afganistán, por ejemplo es un país donde los periodistas viven haciendo malabarismos cada día, arriesgando sus vidas para poder hacer bien su trabajo. El fotoperiodista afgano Fardin Waezi es uno de ellos.

Hoy como comunicadora, no sólo es mi día, sino que también es el día de cientos de periodistas y fotoperiodistas afganos que a diario arriesgan su vida para mostrar la realidad de su país. Hoy, puedo sentirme orgullosa de interactuar con ellos y llamarlos colegas.

Fardin forma parte de la primera oleada profesional de fotoperiodistas afganos. Empezó a dar clases en la primera escuela de Fotografía “Aina Photo”, enseñándole a estudiantes a como usar la antigua cámara de caja. 

“Yo supe que quería ser fotógrafo cuando trabajaba en el estudio de mi Padre en Kabul. Era un estudio de fotografía callejero. Bajo el régimen talibán,fui arrestado cinco veces por haber fotografiado crímenes, y por cortarme la barba”. Sin duda alguna, su experiencia y trayectoria en este campo, ha hecho que sea uno de los jóvenes fotógrafos mas prominentes del país.

“Cuando los talibanes tomaron el poder en Kabul, uno de los primeros grupos profesionales en sufrir fuimos los fotógrafos. Entraron al estudio de mi papá para quemar la cámara de caja de madera, que era el único recurso y sustento de vida. Afortunadamente, quemaron todo el estudio, pero no nuestros sueños, porque pude salvar la cámara, salvar nuestras ilusiones y el futuro de mi familia”…..

El articulo publica parte de un fotoreportaje que os recomiendo :

.Foto-Ensayo “Ojos Afganos”


«Fardin, además de trabajar para distintos medios afganos e internacionales, ha mostrado su trabajo en distintas partes del mundo. Participó dos veces en la exhibición de Photoquai en Paris, y recientemente fue invitado a realizar un foto-ensayo en el proyecto “All Roads Photo Project” de National Geographics. Además de trabajar como fotógrafo freelance, también forma parte del equipo de talentosos fotógrafos de la Unidad de Multimedia de las Naciones Unidas (UNAMA). 

Es así que quiero compartir con ustedes su mas reciente trabajo, como un homenaje y reconocimiento a los medios y periodistas de su país. El mundo está acostumbrado a ver Afganistán con los ojos de fotógrafos extranjeros, hoy le rindo homenaje a estos ojos afganos y a cómo nos muestra su realidad»